El gazpacho es un plato imprescindible en los días de calor en las mesas españolas y unos de los más conocidos de esta gastronomía a nivel internacional. En los meses de estío no hay nada más refrescante que esta sopa fría a base de tomate, pimiento y pepino.
El gazpacho es un plato que ha evolucionado en el tiempo. Su origen apunta a las cocinas del Al-Andalus, actual Andalucía, habitada por los árabes entre el siglo VIII y el siglo XV. Los veranos calurosos de esta región, junto con la abundancia de productos de la huerta y la presencia exuberante del aceite de oliva parecen haber propiciado la creación de este plato. En esta época el gazpacho se elaboraba a base de pan, agua, ajo, aceite, vinagre y sal. Con la llegada desde América de nuevos alimentos se incorporó el tomate al gazpacho, pero no fue hasta el siglo XIX que este alimento pasó a formar parte de su receta. En este siglo comenzó su difusión internacional de la mano de Eugenia de Montijo, natural de Granada y esposa de Napoleón III, emperador de Francia.
En Andalucía el gazpacho cuenta con diversas variantes, como la porra antequerana, típica de Antequera (Málaga) más seca que el gazpacho ya que no lleva agua y que se acompaña de huevo duro y tacos de jamón; el salmorejo cordobés, más suave que el anterior y el ajoblanco de Málaga, elaborado con almendras y ajo.